martes, 21 de abril de 2015

LA OMS RECONOCE OFICIALMENTE EL PELIGRO DE LOS TELEFONOS MOVILES



La siguiente información la extraímos de una publicación de la revista científica Discovery Salud:

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) han decidido -dadas las numerosas evidencias existentes- clasificar las radiaciones electromagnéticas emitidas por los teléfonos móviles de “posiblemente cancerígenos” reconociendo que su uso conlleva un mayor riesgo de tumores cerebrales malignos –gliomas- por lo que recomiendan tomar medidas para reducir al máximo su exposición, especialmente en el caso de los niños. Advertencia ante la que de inmediato reaccionarían la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y la Sociedad Española de Oncología para “tranquilizar” a los ciudadanos y apoyar a las empresas de telefonía. Lamentable. La Asamblea del Consejo de Europa, en cambio, ha aprobado un documento en el que se pide a todos los gobiernos europeos la adopción de “medidas razonables” para reducir la exposición a las radiaciones electromagnéticas de todos los aparatos que las emiten: móviles, inalámbricos, antemas de telefonía, Wi-Fi, sistemas WLAN…

Las radiaciones electromagnéticas emitidas por los teléfonos móviles han quedado incluidas en el llamado Grupo 2B en el que se hallan los agentes “posiblemente cancerígenos”, es decir, aquellos de los que se sospecha fundadamente que pueden provocar cáncer pero de los que no hay “suficientes evidencias científicas”. Una decisión claramente política y no científica porque a estas alturas la afirmación de que no está demostrado que provoquen cáncer provoca la carcajada en cualquier persona medianamente informada como nuestros lectores habituales bien saben ya que hemos publicado numerosos textos sobre su peligrosidad en los últimos años. Claro que uno puede optar por no leer lo que se ha publicado o por descalificar tan rápida como gratuitamente la información difundida.

Un ejemplo claro es el de la patronal del sector agrupado en laAsociación Internacional de la Industria de Telecomunicaciones Inalámbricas (CTIA, por sus siglas en inglés) que intentó infravalorar la decisión –importante a pesar de ser a todas luces insuficiente- comparando las radiaciones electromagnéticas de los móviles con otros de los agentes que integran ese mismo grupo clasificatorio. “La IARC–se burló el vicepresidente de la CTIA, John Walls- ha dirigido numerosos estudios en el pasado y ya otorgó esa misma calificación a los vegetales en escabeche y al café”. Asumiendo así una defensa cerrada de los intereses económicos del sector que intenta ante todo convencer a los usuarios de que no hay riesgo real –aunque esté claro que existe- y que tiene además como objetivo disuadir de presentar posibles demandas a quienes padezcan tumores cerebrales tras usar esos teléfonos. Como igualmente se pretende evitar que las autoridades exijan a la industria introducir en los teléfonos mecanismos neutralizadores de tales radiaciones. Estrategia esta que le funcionó estupendamente a la industria del tabaco ya que logró que durante décadas nadie aceptara que los cigarrillos provocan cáncer -y otras muchas patologías- con el consabido “argumento” de que“no se ha demostrado científicamente”. Porque, al igual que ahora, los miles de estudios que probaban la relación causa-efecto se ignoraron o se denostaron quitándoles la importancia que tenían.

En cuanto a la OMS sólo un iluso podía pensar que iba a atreverse a emitir un comunicado alertando claramente del peligro real de las radiaciones electromagnéticas. Primero, porque la industria se ha ocupado de hacer creer a políticos, periodistas y público en general que de verdad existe un debate científico sobre la peligrosidad de las mismas cuando es absolutamente falso ya que lo que existe es un gran número de investigadores independientes que afirman que está suficientemente demostrado y un grupito pequeño pero influyente al que dan bombo los grandes medios de comunicación y que está al servicio de la gran industria que dice lo que ésta les paga por decir. Luego tal “debate” no existe. Y segundo, porque llevan años asegurando que la peligrosidad no está demostrada y tener que reconocerlo ahora es un “marrón” que nadie se quiere comer. En suma, la OMS ha actuado como se esperaba: protegiendo a la industria aunque haya tenido que verse obligada al menos a reconocer el peligro como algo potencial pero casi quimérico.

Nosotros lo venimos diciendo desde hace años sin que los medios “serios” se hagan eco: son muchos los trabajos científicos que han relacionado ya las radiaciones electromagnéticas con numerosas patologías, no sólo con cáncer. Y los de la OMS y la IARC son sólo los últimos pronunciamientos porque hay varios organismos internacionales que ya habían alertado de ello. Otra cosa es que se oculte. De hecho muy pocos medios han informado de que también ha alertado del problema la Asamblea del Consejo de Europa. Sólo unos días antes había hecho un llamamiento a todos los gobiernos paraque adopten medidas razonables “para reducir la exposición a campos electromagnéticos, especialmente a las frecuencias de radio de los teléfonos móviles”.


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